viernes, abril 13, 2007

De Paisa a Soldado VII

“De Pelao a Ordenanza. Un chupapico oficial”

Mi teniente Gutiérrez me ha tomado como ordenanza y ayudo en algunos trabajos de oficina.

A menos de una semana que llegamos, hemos recibido una instrucción de historia de Chile. A mi me encanta la historia, sobretodo la que tiene que ver con el período republicano. Mi teniente Núñez ha hecho la instrucción. Ha hecho preguntas muy simples y yo he respondido casi a la totalidad de ellas, con fechas y todo. No por que hiciera ningún esfuerzo mayor, sino por que el resto sencillamente no tiene idea. Finalmente he terminado contándoles a todos mi historia favorita, que es la batalla de Sangra, donde el capitán Araneda y 55 hombres resisten por 2 días el ataque de más de 2000 montoneros: “El oficial que reciba la orden perentoria de mantener su puesto, a toda costa lo hará”. Están muy orgullosos de eso por qué en el Buin, la segunda compañía es la del capitán Araneda y la historia de Sangra se cuenta como parte de nuestra tradición. Los bravos infantes, gallardos los buines.

A la orden de ese día se dicta la primera felicitación en la unidad. Justamente a mi, en mis antecedentes militares, mi teniente me ha hecho pasar al frente y ha instruido a mi suboficial Gonzales que se anote una felicitación y se informe al escalón superior, por el gran aporte a la moral de la unidad y el conocimiento demostrado en las grandes tradiciones. Todos me miran y se ponen firmes a la lectura que hace mi suboficial. Mi teniente lo interrumpe en un momento y mirando hacia la unidad dice que tengo una felicitación, que no es otra cosa que una orden taxativa de ayudar a la comprensión de mis camaradas de las grandes tradiciones de nuestro regimiento y el mejor de todos los ejércitos.

Mi teniente Gutiérrez está contento, se ha anotado un poroto, tiene un pelado felicitado en la orden y siendo más antiguo que Aguirre recibe de él las felicitaciones, extensivas a mi escuadra, en particular a mi cabo Silva. Lo curioso de todo esto, es que mientras yo leía la historia de Chile, ni Gutiérrez, ni Silva, ni nadie de la unidad estaba por ahí. Ahora ellos también ganan con el conocimiento adquirido gracias a mi papá, del que nadie se ha acordado.

Godoy está muy contento, me dijo que rara vez se produce una felicitación, que el sabía que sería un buen soldado. Que nada más me porte bien.

Mi cabo Silva ha sido felicitado por sus pares. Esto le viene como anillo al dedo, será ascendido a Sargento varios meses antes, después que se informe al comandante de Regimiento, Núñez sostiene que las mejores escuadras son la primera y tercera de nuestro pelotón.

Ahora estoy en una oficina recibiendo ordenes de mi teniente Gutiérrez y me ha ordenado escribirle cartas y sacar cálculos de cosas. No me cuesta nada, escribo relativamente bien y debo ser el único pelado con computador en la casa. Manejo el work perfect 5.1. Si, me he adelantado mucho con el trabajo, pero siento que estoy perdiendo a mis camaradas. Nadie en la cuadra me trata bien, no tengo amigos y hasta Castro se ha alejado de mi. Salvo Alegría, Fredes, Ramos y un tipo nuevo que se me ha acercado, es el tipo flaco de mirar extraño que estaba con nosotros al presentarnos de voluntarios, y que se llama Fernando Acevedo. A diferencia del resto, utiliza muchos términos, se nota un tipo que ha leído y probablemente sabía muchas de las respuestas que yo dí en la cosa de historia. Hemos hablado del período entre el 69 y 90, del gobierno militar y otras cosas. Me ha hablado de arte y creo que tengo un camarada interesante con quien conversar. No me lo esperaba. Creo que siempre ando mirando en menos a la gente. Acevedo podría haber sido felicitado en vez de mi, tendría que haberlo querido nada más.

Hoy me han hecho mucho daño, llevamos 10 días acuartelados y me han sacado la cama y la han puesto en la ducha. Parece que me odian. Me dicen cosas hirientes, dada mi exagerada noción del honor y del orgullo probablemente. Me hacen sentir aparte. Ha pasado un tipo que ni conozco y me ha dicho chupapico en la cara, que me creía mejor que el resto. Mi respuesta no ha sido muy sensata: le he dicho que no me creía mejor, que simplemente era el mejor y le dije que no le chupaba el pico a nadie. He sido muy agresivo, me siento muy avergonzado.

Antes de que el resto se levante, tengo orden perentoria de mi teniente Gutiérrez de pasar a despertarlo, por eso he pedido recurrentemente el último turno de imaginaria, como voluntario. Al resto le parece una exageración y me siguen tratando con desprecio. Dentro de todo, a mi me parece bien, permite que me duche, que lustre las botas, que lave la bandeja y me afeite con tranquilidad. Duermo una hora menos eso si y cada vez se me hace más difícil, los días son agotadores y luego de despertar a mi teniente, asisto al trote matinal.

Pero hoy, no me han despertado a la imaginaria. He despertado a la diana como el resto y mi teniente Gutiérrez me ha aporreado en frente de toda la unidad. Yo sé quien debía despertarme, es el mismo tipo que agredí verbalmente, no sé si en defensa propia, pero da lo mismo. Ser intachable implica sacrificios. Mi teniente Gutiérrez me ordena indicarle quien no me despertó a la imaginaria. Los ordenes están anotados, él puede averiguarlo. Yo he mirado de reojos a este soldado, sé que hay una competencia entre los mejores y que ahora empiezo a perderla, no quiero perder, pero ha sido todo mi culpa, quizás me hubieran ayudado si hubiera sido más gente. “Yo no quise levantarme mi teniente, Pardo me ha despertado y yo no me levanté”. Mi respuesta es un grito mentiroso, todos saben que no es cierto, tampoco sé mentir. Sacan a Pardo de la fila, lo aporrean por desleal, a mi por mentiroso y a la compañía completa por que somos una unidad, todos pagan por la culpa del chupapicos y el desleal.

Mi teniente me ordena presentarme a la orden, voy a ser amonestado públicamente por mentirle a un superior. Pardo ha sido decente, creo que dentro de todo agradecido. Me siento muy mal, había sido felicitado, intachable y las circunstancias me exponen a ser denostado. La vida da vueltas, crueles algunas, merecidas todas.

Me presento tras la retreta, mientras el resto comparte en una instancia llamada “casino”, a servir de ordenanzas de mi teniente. Gutiérrez se ríe y me comenta: “Algún día te tocará mandar y tendrás gente como Pardo y gente como tu. Sé más leal con los de abajo, por que ellos son los que te cuidan el culo. ¡Y para de ser chupapicos! Cumplir ordenes no es avasallar al resto de tus pares.”

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