lunes, septiembre 25, 2006

De Paisa a Soldado I


Ya weno, me ha costado mucho publicar, ahi va la primera de toda la volá... ojalá que no insulten demaciado

“De Paisa a Soldado”

1. Un largo Día Jueves.

“SOLDADO CONSCRIPTO, MI CABO”

Estoy ansioso por lograr una manera de cumplir el servicio militar, al parecer todo me es esquivo, el ingreso a una de las escuelas matrices implica el desembolso de una cantidad de dinero que mi familia no creo quiera invertir. Además se me hace complicado al saber que no es precisamente la carrera militar lo que yo quiero hacer de mi vida. Y por otro lado, ¿no es el Servicio Militar Obligatorio lo que debe sufrir aquél que no tubo la suerte que yo he tenido?

Hace unos días atrás, después de inscribirme, aun teniendo 17 años y pagando $730 para el anticipo del servicio, he recibido la noticia que no habría llamado para el SMO en el cantón de San Miguel.

Le informé al oficial de reclutamiento mi voluntad de realizar lo antes posible los tramites de conscripción en cumplimiento al decreto ley 2306.

El colegio sigue igual, me va bastante bien y hago los facsímiles que puedo, nunca he dado examen de nada... creo que puedo salir un poco antes y atender al llamado que se presente, desde cualquier cantón y finalmente ingresar a una institución armada. Sé que la situación es bien extraña, es 1996 y los militares están peliados con los ciudadanos... es extraño, yo quiero ser militar para ser un buen ciudadano, un ciudadano intachable que ha cumplido con la ley de manera integra... incluso aquella que limita la conciencia del ser humano e imposibilita la objeción de aquél que viene de la clase inmediatamente inferior. Pero, por otro lado, mi país no me pide nada más, después de haberme cuidado 17 años ya. Lo que haga el resto no me interesa mucho, me suena más bien a excusas. Es como si todos nos debieran algo y nosotros no debiéramos nada. Me gusta pensar que el futuro es nuestro y lo construyen los pueblos como dijo Salvador Allende y eso implica hacer los esfuerzos necesarios para que la constitución y las leyes, la seguridad interior y las instituciones funcionen, de manera de que podamos seguir construyendo el camino a un mundo mejor. Es mi responsabilidad, se lo debo a mi patria, a mis padres y a toda la gente que luchó por reestablecer la democracia a costa de todo lo que tenía, incluso la vida. Una vez adentro de donde sea seré el mejor, no puedo fallar, debo demostrar que mi conciencia de la sociedad sigue integra. Si los pobres lo sufren, yo debo sufrirlo. Fácil hablar de justicia social si hiciera los vericuetos posibles para esquivar el sacrificio. ¡No señor, Manuel Fuenzalida toma el lugar de otro joven que no haya tenido su suerte!
Como es mi responsabilidad, no se la endoso a nadie más. Si la conciencia del resto dicta otra cosa, ¿No debería yo también respetar esa otra manera de pensar?. Quien sabe porqué. Yo sólo conozco parcialmente mis propios porqué.

Me informaron en el cantón, el oficial de reclutamiento que creo me tiene algo de estima a esta altura, que en la Florida existe un llamado extraordinario para llenar vacantes del regimiento Buin, que no sé donde queda. He ido con una carta que el mismo oficial había preparado para mi. Este mundo está lleno de gente buena, otra razón más para seguir. Estoy muerto de susto, me había sido esquivo, pero ahora ante la perspectiva, me asusta. Se cuentan tantas cosas, tan terribles de torturas, de golpes, de vejación... soy tan orgulloso, a mi nadie me dice nada. Pero bueno, ahora está ahí, tengo en mis manos una carta y la solicitud de cambio de Cantón.

He llegado puntualmente a las 9 de la mañana, con un justificativo que me ha permitido salir del colegio. Que lata que Juan Carlos Gómez, mi compañero en esto, haya sufrido un problema de salud. Me hubiera gustado no estar sólo, pero eso ya suena a excusa. He sido traído por una patrulla de carabineros, que al preguntar por mi uniforme y el estar fuera de clases no me ha creído que iba al cantón de reclutamiento, pese a que he mostrado el justificativo y la documentación. Es muy extraño, ¿es tan increíble la voluntariedad? Parece que si.

Se me ha informado que al día siguiente debo atender al llamado, se me ha entregado un papel de cambio de cantón, con un costo adicional de $730. El dialogo con este nuevo oficial de reclutamiento ha sido chistoso. No puede creer que he pagado 3 veces lo que paga la gente que precisamente quiere sacarse el servicio. Me ha hecho muchas bromas, ha sido amable conmigo y me ha informado, para mi ignorancia, que el regimiento Buin está en Avenida el Salto, comuna de Recoleta.

Son las 7:30 de la mañana deben haber unas mil personas por lo menos en una cancha de fútbol. He presentado el justificativo por adelantado en el colegio, he perdido varias clases, espero que no me haga daño.

Hace frío, aun cuando es primavera. Han pasado trotando un grupo de gente que nos decía : “Buenos días, ciudadanos... les saludan, estos buines, encachados”. Repetían al unísono, en un trote muy coordinado. Desde mi perspectiva de atleta, me parece que su técnica es muy extraña, con los brazos sobre el pecho difícilmente pueden desplegar un braceo eficiente y además que los pasos son muy cortos. Pero suena bonito, como lleno de energía.

Un señor se ha parado entre nosotros y nos ha tratado muy decentemente, tiene en su brazo unas “V”’s y no más de 30 años. Nos ha informado que debemos hacer filas y estar “alineados y cubiertos”. No entiendo a que se refiere, pero parece que quieren que miremos hacia una tarima y nos pongamos en varias filas. Los cabros que están por aquí cerca dicen que tienen certificados de doctores, que estudian, que van a estudiar, que tienen hijos. La mayoría de extracción social muy baja. Quizás a alguno de ellos pueda yo reemplazar y permitirle más oportunidades.

Un señor que parece más importante ha hablado, sin necesidad de micrófono ni nada. Ha dicho: “A la cola, los voluntarios”. Hemos ido 13 de nosotros, el 1,3% de la gente... es impresionante.
Después dijo: “Adelante los estudiantes, que puedan presentar el certificado”. Han salido algo así como 100 personas... el grueso sigue donde estaba.
Pero lo más importante: Ha preguntado por aquél que presente una objeción de salud por casos invalidantes e incompatibles con el servicio.. jajajaja es impresionante, se han achoclonado todo el resto, es decir, casi 900 personas, el 90% tiene objeciones de salud!!!

El tipo ha hecho un comentario notable: “Chucha madre, y pensar que tengo puras hijas y lo más probable que les gusten estos weones inválidos!! Que me espera de nietos!!!”

Lamentablemente, para muchos la presentación de certificados es la manera de escabullir el servicio y me imagino que tendrán sus motivos. Claramente 13 de nosotros no reemplazarán a 900.

Los “estudiantes” se han retirado. Estamos bajo un arbolito, he conocido a 2 personas muy entretenidas: Claudio Ramos y Claudio Alegría... este último se llama así mismo comando. Hay un tipo de 1,78 mts, muy delgado y muy flaco. Extravía la mirada, pese a ser voluntario creo que tiene miedo de algo. No hablo con él... estoy muy concentrado en no fallar.

Ha venido una asistente social a preguntarme si tenía algún problema, que se lo dijera, que no tenía por que quedarme ahí, que me veía una buena persona y que probablemente podría estudiar una buena carrera. Mi respuesta ha sido categórica: “Es mi voluntad cumplir el SMO”.

Similar ocurrió con un detective, que me ha preguntado que hacía ahí yo, siquiera tenía edad para estar preso. Me ha dicho que me vaya al colegio, que termine todas las cosas y acompañe a mis papás. Mi respuesta invariante: “Es mi voluntad cumplir con la ley de conscripción”.

Estamos desnudos en un galpón, que probablemente sirve de caballerizas. Nos han mezclado con los disponibles, es decir con aquellos “enfermos” que no estaban “enfermos”. Ha venido un señor de blanco a tocarme los testículos con un guante... que naturalmente no ha cambiado en las casi 400 personas precedentes. Hay un tipo muy gordo que parece tener miedo. Me han pesado y medido. Un uniformado, se pone detrás de cada uno y le informa la talla y el peso. Me ha dicho: “1,64... di que mides 1,58 y te lo sacai, ese es el mínimo”. Me ha preguntado el señor de blanco y he respondido 1,64.

Otro tipo me ha dicho que diga que peso 49 kg y me vaya... creo que queda poco. No sé cuanto peso y no sé como responder a la pregunta, no quiero irme ahora... recuerdo que pesaba 54 kilos en pleno entrenamiento de alta competencia. No puedo haber subido mucho. 55 kilogramos respondo, mintiendo y me avergüenzo. Todos notan la mentira. Un tipo muy molesto me lleva a la balanza y me pesa.... 54 kilogramos. Me ha dicho que sobre 50 kilogramos era disponible, respondí molesto: “siempre disponible, yo soy voluntario”. La carcajada ha sido general y me siento profundamente molesto: desnudo, sobre una balanza y ridiculizado. No sé que responder, mi orgullo está muy herido.

Me han devuelto la ropa y camino a una mesa. Me entregan una citación. El lunes 14 de octubre a las 7:30 de la mañana. Mi cedula de identidad está retenida, me han dicho que he sido incorporado a las filas de la institución y que la ausencia sería motivo de falta e información al escalón superior. No entiendo nada, el lunes 14 estaré aquí respondí. La mirada que he recibido ha sido entre risa y dura: “Quien te creí que soy pelao?? A su orden mi cabo se dice y anda aprendiendo”. Respondo: “A su orden mi cabo”. Es primera vez que utilizo ese lenguaje. Es muy extraño.

Han pasado los días entre el colegio y la casa. Estoy conciente que todos esperan mucho de mi en lo académico, no sé como cumplir sincronizadamente con lo que yo considero “mi deber” y lo que el resto considera “el deber”. Estoy muy ansioso y quisiera saber si la institución me permitirá dar la PAA... ojalá y así sea. No quiero decepcionar a nadie.

Llegó el día, he asistido temprano y el trato ha cambiado y es más duro. Nos han hecho trotar a los llamados y responder “A su orden mi cabo”. Se pasa una lista, al escuchar el nombre se debe responder: “Firme mi cabo”. No sé quienes son quienes y no domino los grados militares, para mi todos visten de verde.

Se han desechado algunos, quedamos 115 personas y formaremos un reemplazo de fusileros en el cuartel dos en el fuerte General Justo Arteaga Cuevas (ubicado en la parte poniente de la sierra Chacabuco, al costado de la Ruta Internacional San Martín, a unos 15 km de colina). La fecha es 18 de Noviembre, disponibles a partir de este momento, según el requerimiento del escalón superior.

Se presenta un señor de boina negra y dice: “Soldados, soy el comandante de la unidad, Teniente Núñez para ustedes. No lo van a pasar mal, la comida es bastante buena”... alguien grita desde la última fila: “SE NOTA”... el teniente se toma la guata y rie: “Si conchatumadre, yo se que se me nota... pero escuchen bien, esta es la última vez que webeo con ustedes, ahora son soldados y están aquí para servir en el mejor ejercito del mundo, siempre vencedor y jamás vencido. Vengan decentes, nada de jokys, nada de weas estrafalarias. De camisa, pantalón y zapatos. Se les entregará una lista de lo que deben traer y escuchen bien: DEBEN TRAER, este es el ejercito, si traen otra wea que no salga en la lista, se van a ir de aquí sin eso “extra” que trajeron. Un soldado necesita sólo lo que el ejercito provee y el ejercito sólo necesita lo que provean los soldados. Tienen un mes para despedirse de todos y arreglar lo que quede. Dudas, preguntas, consultas??.” El silencio era extraño, yo estaba muy emocionado la verdad. “Entonces proceder, unidad hasta luego... jajaja, vayan aprendiendo: “Hasta luego mi teniente”, repitió varias veces la frase hasta que todos la dijimos.

El día 11 de octubre se acabaron las clases. A mi me gusta una niña, Paula Caro, tiene un hijito que se llama Matías. La invité a la fiesta de graduación con la furia de mi mamá.

Ha llegado el día 18 de noviembre y se nos ha formado, he llevado lo que se nos pidió y se nos informa que se ha postpuesto la subida al día 2 de enero. Nos entregan una TIM o tarjeta de identificación militar. Es extraño, todos habíamos ido preparados para quedarnos. Debemos volver a la casa.

Han sido unas agradables fiestas, salimos del colegio, fui a un paseo memorable a pirque. Mis amigos están muy contentos. Le he escrito a la Paula, quisiera que me quisiera, pero ella sólo me dá besos esporádicos en el ascensor. Le he dicho que creo ser idóneo para ella. Creo que no sabe nada. Me enrabia el pensar que no la veré en un año, si las cosas son como yo creo que serán. La fiesta de graduación fue entretenida, hemos bailado con una orquesta que toca polcas. He sido rechazado otra vez por la Paula... no entiendo nada, por que me dá y después me quita?? Será que no le gusto realmente, pero no quiere estar sola. Quien sabe, vengo de un colegio de puros hombres. Sólo conozco a mi mamá, mi abuela y mi hermana. Tengo pocas amigas y las que tengo no las entiendo.

Ha llegado el día de la PAA, entre navidad y año nuevo. He ido al cuartel por noticias cada semana y la respuesta es que debo permanecer atento al llamado y el día dos de enero se producirá la subida. No existe espacio para el contingente en el Salto y nuestra participación se remite a asistir algunos fines de semana u otros días.

Estoy autorizado a dar la PAA me han dicho, no es problema, sólo algunos de los 115 estamos en condiciones de darla y nos tendrán controlados.

El día 2 de enero a las 7:30 estoy en el cuartel, nos han hecho trotar todo el tiempo y el trato es muy duro. Nos han formado, estoy casi al final. Recibimos una orden: “Tomar los bolsos y elementos, unidad, atención de frente maaaar”. Sin un orden muy establecido entramos al cuartel, atrás sentimos que aplauden los familiares que han ido ha acompañarnos. No puedo verla, pero sé que mi mamá esta llorando y orgullosa. La voy a hechar de menos, me siento algo arrepentido de esto. Un portón se cierra tras nosotros y recibo el peor golpe de realidad que recuerde. Un señor nos empieza a tratar de maricones, nos insulta demasiado, todo el tiempo. Tenemos que hacer una fila para subir a unos buses. No me toca sentarme, no son ni las 8 de la mañana y tengo calor. Apretujados en el bus, todos buscamos a nuestras madres, pololas y seres queridos que han venido tan temprano. Algunos están llorando, se sienten solos como me siento yo. Pero ellos fueron obligados, yo estoy aquí por que así lo quise... dudo que siga queriéndolo a esta altura.

El viaje es bastante incomodo, los que vamos de pie no podemos sentarnos y algunos de los que van sentados nos llevan los bolsos. Existen roces y palabrotas entre nosotros, no conocemos a nadie y ante cualquier escándalo, el personal a cargo del bus nos grita con un trato excesivamente violento.

Hemos llegado al fuerte Arteaga. Todo es café con manchones verdes, no hay casi vegetación. Nos entregan cosas y nos hacen ordenarlas enseguida, me han entregado una ropa, botas, calcetas, pantalones, calzoncillos, polera, una especie de chaqueta delgada que ellos llaman blusa y un gorro que le llaman quepis. Yo lo conozco por que me recuerda a la guerra del pacifico.

“No se llaman bototos, se llaman botas. Ahora aprenderán a llamar las cosas como en el ejercito y a vivir como soldados y dejar de ser los maracos que son. Andan con el chico apretado, no les cabe ni una aguja a los weones. Pero ya va a empezar el aporreo pelaos”.

Me he caído y he roto mi pantalón, mi rodilla está sangrando, creo que los zapatos de vestir no son lo suficientemente cómodos para correr a buscar las cosas que nos son arrojadas y en mis manos no cabe todo lo que nos entregan. No puedo dejarlas en el suelo. A algunos que lo han hecho les han hecho tirarse al suelo, vestidos de civil como estamos y con lo que para muchos debe ser su mejor ropa. Aprendo que todo lo que entrega el ejercito se llama “cargo”, no se puede perder y no se puede dañar, so penas del infierno.

Después de mi caída y ante una carcajada general un señor se ha acercado, vestido de verde y sin inclinarse me ha dicho:
-bien la energía soldado, caerse y pararse altiro...como se llama??
He respondido mi nombre de pila, completo:
-Manuel Antonio Fuenzalida Orellana, señor- Lo siguiente es tremendo:
-Puta el pelao apaisanao, como te llamai??”.
-Manuel Fuenzalida, señor.
-Puta, maraca, bombero??
-Estudiante señor.
Han llegado otros a reirse de mi, parece que son soldados.
-El señor esta en el cielo, pa vo soy tu cabo Godoy. Y como mierda te llamai??
- Manuel Fuenzalida, mi cabo Godoy.
- Y que me dijiste que eras?? Puta? Maraco? Bombero? Travesti parece.... como te llamai??
- Estudiante mi cabo, soy Manuel Fuenzalida.
- SOLDADO CONSCRIPTO WEON, eso eres acá y que escuchen las putitas, son todos soldados, soldados conscriptos... y quien mierda eres tu pelao??
- Soldado Conscripto, Manuel Fuenzalida, mi cabo Godoy.

La orden que recibí fue volver a la fila, me trataban de maraco, de puta, me trataban con rudeza indescriptible. Siempre para mi los adultos habían sido ejemplares, mis queridos maestros, padres, tíos. Gente que leía y que conocía muchas cosas. Siempre conversadora. Ahora tenía que formular las cosas de otra manera. Mi orgullo estaba reventando, pero no había donde ir, había sido mi voluntad.

1 comentario:

oliver armijo curin dijo...

jajaja que entretenida tu experiencia en el proceso de seleccion de contingente y en el acuartelamiento, a mi me paso algo similar bueno a estas alturas ya debes ser cabo de reserva, saludos y viva chile y su ejercito.